5 poemas de ‘Poemas de entrecasa’ de Manuel Morales

Aquí les compartimos 5 poemas de ‘Poemas de entrecasa’, poemario de Manuel Morales publicado en 1969 bajo el sello editorial de la Universidad La Cantuta.

 

entrecasa
Portada del poemario

LA MALA DISTRIBUCIÓN DE MI TIEMPO

Jamás he negado que tengo malas costumbres.
Sobre todo cuando el sol hace garabatos en mis ojos,
O cuando una muchacha me sonríe con su blusa amarilla.

Por siempre que puedo dirijo mi batuta hacia mis viejos,
Y hacia esos despojos solemnes que frecuentan mi casa;
A la abuela, sobre todo, que aún sueña con Rodolfo Valentino.

Este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir lo tengo mal distribuido,
Hablo demasiado y no construyo más que Castillos en el Aire;
Y de noche me atorranto como un miserable y hago invocaciones al Marqués de Sade.
Pero a veces yo me escapo de esa rutina y frío monos en sartén de palo;
Vivo en constante peligro de encontrarme con la horma de mis zapatos,
O de que mi padre se encarache y me mande al diablo.

Pese a todo visito las cantinas,
Escupo en los lugares públicos donde no debo hacerlo,
Y toco los timbres de los vecinos y corro como un cretino.
Ya los policías se han dado cuenta y me tienen entre ojos,
Me marcan a presión y me han acusado de tener malas costumbres;
Y el día que me agarren la voy a pagar una por todas.
Pero yo me río,
Porque este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir

lo tengo mal distribuido.

 

AL AMIGO NAPOLITANO
ENTRE BOTELLAS VAN Y BOTELLAS VIENEN

(poema descriptivo)

Dijo ser napolitano.
Poseer dos queridas y un reloj. Y un apodo (por supuesto)
pero reconocía al Callao como su más cruel amigo.
Disparó media docena de cebadas. Y puso dos discos.
Luego habló de hembras calientes y recitó un soneto.
Una rata rubia salía de sus labios.
Y sus ojos eran transparentes como un celofán.
Claro está, embriagaba su presencia, era
como encontrarse de pronto en una playa extranjera.
Y narró su soledad casi de costa a costa. Y sacó una carta.
Carta horadada por los años; donde las letras, más que leerlas,
era menester adivinarlas. Después lloró como un napolitano.
Recordó a su padre ametrallado por los nazis. ¿Quién no recuerda
al viejo, sobre todo cuando bebe, y no es más el tiempo ayer?
De su madre dijo dos o tres cosas simples. Y calló.
Declaró no tener hermanos. Pero adujo – con orgullo napolitano-
que su padre fue el Campeón Mundial de la cama. Las 83
mujeres que tuvo asó lo confirman.
Esta vez yo pedí una docena. Y cigarrillos. Y puse discos
de Celinda y Reutilio. Y celebramos ese acontecimiento.
Un perro ladró porque alguien le pisó la cola. Sonrió, y dijo:
“Por el perro, ¡salud! Siempre es grato brindar por un perro”.
Hizo un ademán como si recordara y prosiguió: “Se llamaba Cacciatore
y me salvó la vida en un incendio. Fue por el año 40
cuando Italia no era Italia y el país estaba hasta su huaino”.
El mosaico advirtió que cerraban y trajo la cuenta.
Pagamos mitad a mitad. Y salimos.
Nos despedimos. Y se fue hacia Santa Marina.
Yo lo recuerdo, simplemente, como un napolitano que chupó conmigo.
GLEBA LITERARIA

EL TRUCO DE ESTE MUNDO

Ahora tenemos que ser parcos.
La alegría nos reconforta
Como un hermano.
Pero el mundo no está hecho
A la medida de nuestros sueños.
Tenemos ganas de encendernos
A cada instante
Mirar una calle, hablar
Hasta cansarnos
Porque atrás
Una sombra nos persigue.
Es decir, este mundo
Tiene su truco.
El mundo es como un lunar
En el rostro de una muchacha.
No podemos inventar paraísos
Porque no estamos
Autorizados para ello.
Ahora tenemos que ser cautos.
No presumir que nuestro corazón
Es puro y, calladamente,
Adaptarnos
Al truco de este mundo.

 

SI TIENES UN AMIGO QUE TOCA TAMBOR

Si tienes un amigo que toca tambor
cuídalo, es más que un consejo, cuídalo.
Porque ahora ya nadie toca tambor,
más aún, ya nadie tiene un amigo.
Cuídalo, entonces,
que ese amigo guardará tu casa.
Pero no lo dejes con tu mujer, recuerda
que es tu mujer y no la de tu amigo.
Si sigues este consejo, vivirás
mucho tiempo. Y tendrás tu mujer
y un amigo que toca tambor.

 

EL DETALLE OLVIDADO POR
PEICEN BOOL EL MARINO

Sí, Peicen Bool había naufraguado.
Primero o en Ámsterdam tropezó con unos maleducados
y no levantó la cabeza sobre otras alas, y
de Bruselas recordaba las manos toscas y caléndulas
de una pequeña idiota (prostituta iniciada
en La Rivera). Luego supo que sus redes invisibles
abrazarían el silencio de haraganes grumetes, de ebrios
tostados en algún puerto de la Costa de Marfil; lejos,
sin embargo, las afónicas trompetas denunciaban
que nunca tuvo casa y jardines y deseos:
Peicen Bool tuvo cinco mujeres. Recordaba a una sola,
aquella que gustaba escuchar a Chopin mientras se
desnudaba, y bailaba como una culebra de esas
que pululan en la India. Y tuvo un hermano embustero
casado con una Diosa Fenicia, medio sorda.

En su pasado Dido era una antigua ramera, entre
el helado semen de los jóvenes Bacantes de un tiempo
macho, pero mucho más reciente que la invención
de la primera peluca postiza. Y Jerusalén? Juraba
que le era indiferente. A pesar de que Miriam, la hebrea, una
de sus mujeres, parió un hijo atómico en un mugriento
puerto del Mediterráneo. Después una puta rubia
cuando tenía veinte años y 665 liras en un banco.
Luego sus manos vacías, su ira devorada mil veces
por los pájaros y sus tatuajes, y las algas colgadas
junto a unos enanos horribles como escapados
de un Campo de Concentración sin púas ni vigilancia.
Cuantas veces estuvo a la deriva sin estatura,
ornando sobre la primavera; irguiéndose
sobre los años, amarrado en la proa de su soledoso barco.
Cuántas repetidas veces ante su asesino orgullo,
ante el retrato arrugado de Miriam que se largó
con un fogonero con dirección desconocida: de seguro
hacia las Islas Marianas o a los burdeles de Argelia.
Peicen Bool está viejo.
Lo estoy viendo, gris; apaleado por el tiempo, en el Perú,
que un país de gordos que solo piensan en pegar
a sus mujeres y en la política y en devaluar la moneda.

*Este último poema forma parte de la plaqueta ‘Peicen Bool’.

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manuel-morales-foto

Manuel Morales

(Iquitos, Perú 1943 – Porto Alegre, Brasil 2007)
Publicó la plaqueta ‘Peicen Bool’ (1968)‘Poemas de entrecasa’ (1969). Desde hacía más de 30 años vivía en Porto Alegre.

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